viernes, 31 de agosto de 2007

MAXIMO GORKI


MAXIMO GORKI

De verdad que hablamos demasiado sobre escritores y es bien poco lo que leemos. A veces uno piensa en aquel cúmulo de textos y obras o autores que nos mencionan los estudiosos de la literatura y uno no deja de sentir vergüenza y vaguedad debido a lo poco y mal informado que uno se encuentra. Confieso que esto me ha ocurrido con los escritores rusos, por quienes siento una profunda admiración, especialmente por Dostoiewski, Tolstoi y Máximo Gorki.
Alexei Peskhov, quien luego de vivir una infancia dolorosa y una adolescencia no mejor supo formar su propio destino, de más está decir que su vida no fue precisamente un camino sembrado de diáfanos jardines ni de miel sobre hojuelas, nada más alejado de su contexto y realidad. He escuchado no hace mucho que existe un invisible parangón entre la psicología del ruso y del chileno, debe ser aquello lo que me acercó a identificarme con aquella literatura, además están todas aquellas miserias tan perfectamente descritas (y en todo orden de cosas) que el nudo del cariño se tensó más firmemente en mi relación con dichos poetas de la lengua eslava.
Recuerdo haber leído Malva, Makar Chudra, La canción del Petrel y otros cuentos de Gorki, el amargo, aquel que intentó quitarse la vida en una desesperada situación, por suerte para nosotros aquel tiento no llegó a consumarse y como es sabido “lo que no te mata te hace más fuerte”, claro está que nuestro escritor quedó bien a maltraer de uno de sus pulmones, lo cual no significó dejar de lado aquello que con tanta pasión supo hacer: Escribir. Aquel talento se fue modelando en el rigor de la existencia, como buen observador, supo absorber todo lo peor y lo mejor del alma rusa, así como lo hizo Tolstoi, Dostoiewski, Gogol, Chejov, Turgeniev y muchos otros.
En su obra, Mis Universidades, Gorki nos acerca a su infancia, a su adolescencia y juventud, su aprendizaje autodidacta, su periplo de vagabundo, su faceta de educador enseñando a leer a algún analfabeto, su preocupación por la educación hacia los niños, etc. Nos encontramos frente a un escritor del pueblo, que se nutre entre las vidas del mujik, del obrero, del estudiante para crear verdaderos tipos literarios, aunque verdaderamente aquella no sea la intención llegamos a construir en nuestra memoria la imagen del ruso de finales del siglo XIX y comienzos del siglo veinte. Gorki admiraba a Tolstoi, aunque discrepaba de su mística religiosa y de aquello de la “no resistencia al mal”, que tan popular hizo en occidente al educador de Yasnaia Poliana.
Gorki sentó las bases del realismo socialista que sólo es una consecuencia del legado de todos aquellos que aportaron en él la mirada aguda del hombre de la nueva Rusia que germinaba por aquellos entonces. En 1861 se dio la libertad a los siervos, 1905 trajo el preámbulo de lo que sería la Gran Revolución Rusa, que finalmente sepultó el intento de libertar a la clase trabajadora, así lo confirman las masacres de Cronstandt y la purga posterior de Stalin. Llena de sacrificios humanos, la literatura también sacrificó la libertad de este escritor que comulgó con la política estalinista, quizás fue demasiado inocente, quizás demasiado dogmático. Lo cierto es que debemos apegarnos más a su obra que a sus ideas posteriores a la revolución, que dicho sea de paso me parecen demasiado partidarias al final de sus días, eso lo comprueban sus ensayos literarios. Ver la obra Máximo Gorki: Sobre la Literatura, en donde el autor nos relata los caminos de la nueva literatura soviética y nos hace dar un paseo por aquellas figuras que le dejaron un imperecedero recuerdo, entre ellos: Chejov, Esenin, Tolstoi y otros escritores europeos como Romaind Rolland.
Resulta interesante el artículo sobre Serguei Esenin, la manera de retratarlo, joven, lleno de vitalidad, un órgano sensitivo en la cúspide de su carrera y luego aquel desencantado poeta maldito, alcoholizado y díscolo ante una no menos poética y patética Isadora Duncan. Quien sólo aportaba una cuota de mayor dolor y angustia en el escritor suicida.
De Esenin, Maiakovski señaló, reprobando su acción : “el pueblo ha perdido a su resonante guitarrero borrachín” Un lustro más tarde Maiakowski tomaría el mismo camino.
Es así como se acercan a nosotros nuevos nombres, Gorki cita a Kropotkin, Kropotkin en su obra La Literatura Rusa: Los Ideales y la Realidad, nos nutre de un verdadero acopio de escritores, entre ellos Goncharov y su obra Oblomov, para hacernos participes de la decadente burguesía, y así tantos otros, que de verdad se necesitaría toda una vida para descubrir el caudal de aquella tierra llena de fuentes inagotables que se restituyen cada día.
Con Máximo Gorki ya tenemos tarea suficiente, demasiada madeja. Sabido es que la vida puede ser breve, pero el arte de este escritor se debe aprehender en la lectura de sus obras, Ahí está La Madre, Varenka Oleshova y muchas otras que aún no he podido conseguir para gozar de sus imágenes, pero lo claro es que si existe eternidad, ésta debe estar seguramente, en la trascendencia que cada palabra nos entrega y nos acerca a la comprensión de nuestras materiales existencias, Ars Longa, Vita Brevis. Cada cual elija su camino, sólo un guiño para aquellos que no quieran descuidar la conciencia histórica que nos previene un futuro.

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