viernes, 31 de agosto de 2007

GONZÁLEZ VERA Y EL COMUNISMO ANÁRQUICO


JOSE SANTOS GONZÁLEZ VERA


He estado releyendo con fruición la obra de José Santos González Vera y me parece que desde su primera novela Vidas Mínimas el autor nos muestra con acertada inteligencia una obra concisa y verídica, y qué más verdadero si en ésta se refleja todo un contexto histórico, social e individual, la obra es el espejo de una realidad dolorida en donde se descubren los seres más abyectos y toda una gama de individuos comunes que nunca llegarán a figurar dentro de la oficialidad de un país. Es la gran masa que aún no se unifica para darle el golpe certero a los palitroques del estado, por ello, la obra de González Vera se transforma en la voz de los oprimidos, obra trascendente escrita a fines del año 1920 y cuyos originales se perdieron por espacio de un año, tras el asalto a la federación de estudiantes, más específicamente en una segunda batahola llevada a cabo por las hordas fascistas de las guardias blancas de aquella época (dentro de las cuales se encontraba aquel lobo con piel de oveja, Alberto Hurtado), quienes prorrumpieron en las dependencias de la imprenta Numen. La obra de González Vera, sólo vio la luz un año más tarde luego de ser encontrada por un amigo del escritor.
Es bastante similar la concepción de nuestro escritor con la del argelino Camus ya que éste en El primer hombre, obra inconclusa y que, sin embargo, revela la estirpe de este genial escritor, nos señala que aquel mundo, aquel contexto en el cual él vivió estaba lleno de aquellos hombres que son la fuerza y el motor de un país, son quienes dan vida a toda una organización, mas son entes anónimos, aquellos seres que tienen una vida cotidiana llena de trabajo y cansancio hombres que no pasarán desapercibidos del curso de la historia, ya que ahí está el escritor, que observa y grafica toda aquella realidad que es el testimonio de una parte importante sino la más importante de la realidad histórica de la humanidad.
Ya en su segunda obra, Alhué, González Vera nos ofrece la estampa y las reminiscencias de aquel pueblo casi rural en el cual se desarrolló su infancia, Ah! La infancia. Es según algunos críticos su segundo acierto literario en él podemos participar de un universo lleno de personajes característicos y llenos de una singular concepción, como el tendero, la joven devota de dios y de los remedios, la imagen del padre, etc. El autor a través de su prosa austera, nos lleva a recordar por medio de aquellas imágenes todo un mundo visual y conceptual que muchos olvidamos al llegar a la madurez.
Bastante se criticó a González Vera al recibir el Premio nacional de literatura en 1950, hubo quien lo llamó “fotógrafo de plaza de provincia” (y no hablo de un escritor cualquiera, me refiero al mismísimo Pablo de Rokha), al igual que Volodia Teitelboim, quien en su libro Tradiciones realistas en la literatura chilena señala: “Hombres que empiezan de anarquistas y luego derivan con elegancia hacia un discreto burocratismo, como Manuel Rojas y González Vera, producen algunas bellas páginas; son orgullosos cultivadores de una literatura que repudia todo compromiso, que a su juicio no sea la literatura misma”. Éstos que arguyen que la obra de nuestro autor es precaria, que sólo lo mueve la visión del “ Arte por el arte”, que su visión es sólo una fotografía, me parecen un tanto ligeros, por decir lo menos, acaso no ven aquellos “juiciosos” críticos, el descarnado relato, en sus obras, prueba de una sensibilidad que refleja cromáticamente toda la realidad de nuestra propia historia y cierto es que el autor nunca ha estado de lado de los explotadores y menos ha traicionado la idea libertaria, él es el medio, el engranaje que nos abre las puertas y puede mostrarnos claramente la realidad de las vidas mínimas y esto es aunque minimalista una contribución trascendente en la avanzada hacia la causa revolucionaria, primero, es nuestro deber crear conciencia en nuestro proletariado a fin de que se pueda percibir el obstáculo que existe entre las clases sociales, González Vera, lo logra de manera llana y sencilla, porque esto es lo que algunos no entienden presas de la envidia que los consume, quienes olvidaron para con González Vera el sentir solidario y aunque a éste le tengan sin cuidado aquellas diatribas, es necesario dilucidar la bonísima y profunda calidad humana que posee.
Ahora respecto al juicio de Teitelboim, considero que tal apreciación se torna liviana en boca de quien propugna el comunismo, veo ante todo, intereses creados, tanta maledicencia asombra, es fácil, muy fácil y cómodo lanzar fieramente los dardos en contra de quien por méritos propios ha logrado destacarse, sin tener la necesidad de que un partido esté tras de ti sopesando tu valor o erigiéndote como el representante de la clase obrera.
Luis Vitale, corrobora este hecho, y nos confirma que el movimiento anarquista fue la base del movimiento obrero y el primer motor en las primeras dos o tres décadas del siglo.
“Quien dirigía el movimiento obrero en Chile hasta que se consolida Recabarren, sin ninguna duda que era el movimiento anarquista. Eso ha sido ocultado por la izquierda, no solamente en Chile sino en todo el mundo”.
Aquello que conocemos como envidia, a algunos habitantes de esta tierra parece fluirles como la libertad fluye en los mares. Es más, creo que dicha actitud desalienta a muchos jóvenes que ven el comunismo como una vía hacia la libertad.. Por ello considero que todo partido no hace más que perseguir el predominio de una autoridad, llámese comunista, socialista, etc. El verdadero comunismo, pienso, se sustenta sobre la base de la solidaridad y de la libre asociación e interacción y entendimiento entre los pares, paras poder alcanzar ese estado de bienestar y equidad que todos aquellos que nos sentimos libertarios hemos anhelado por tiempo.
Es necesario mantenerse alerta, puesto que en todas las áreas del conocimiento una semilla reaccionaria crece, por lo tanto, es nuestro deber unirnos para develar aquella conciencia tácita que muchos de nosotros mantenemos en estado primitivo, aquí, pienso, se trata de abrir nuevos caminos, liberarnos y crecer, para luego ver germinar la semilla libertaria e igualitaria del comunismo anárquico. Cuando era muchacho la tercera obra de Vera, vio la luz en 1959, en esta obra el genio desarrolla a cabalidad la historia del anarquismo chileno de los años veinte, en cuyas semblanzas hacen gala los más destacados poetas y escritores tanto como pensadores del anarquismo nacional, en aquel entonces el movimiento ácrata, contaba con destacados representantes todos ellos imbuidos del más ferviente y arrebatador anhelo de cambio social, una brisa libertaria se respiraba en el ambiente, llena de cambios y respuestas revolucionarias, era el tiempo de Alessandri, pronto vendría la dictadura de Ibáñez, muere José Domingo Gómez Rojas, producto de una seguidilla de asaltos a las dependencias de los centros de reuniones anarquistas, éste es encarcelado y vejado, torturado hasta decir basta, pero aquel momento dio pie para que muchos de sus pares se organizaran, el poeta muere en el hospital psiquiátrico, víctima de las torturas infundidas en la cárcel, la misma en la que tiempo atrás se encontrara recluido un ácrata, quien escribió en la misma celda en donde estuviera Gómez Rojas “estar preso por el pueblo no es una humillación sino un acto de libertad”.

1 comentario:

Ricardo Harrington dijo...

Magnífico análises de la importancia y el lugar de González vera en la cultura de este guacho país. Sería estupendo porder encontrar ampliaciones sobre éste y otros escritores como lo que analiza en las otras entradas. Me alegra haber encontrado este blog. Me alienta y me esperanza. Gracias por escribir sobre estos escritores. Saludos.